LA CIUDAD BLANCA
En cuanto llegue a la capital de Jordania, Ammán, inmediatamente pude percibir que es una fascinante ciudad de contrastes, una mezcla única entre lo antiguo y lo nuevo, una metrópolis moderna y palpitante, desbordante de historia, arquitectura, arte y joyas culturales a cada paso que uno da.

Previo a mi viaje, había leído que solo Ammán cuenta una población de 4 millones de habitantes, y que va en aumento… Y definitivamente fue impactante para mí encontrarme en el centro de la ciudad, donde era casi imposible caminar y muy fácil perderse entre la multitud, los comercios callejeros y las empinadas y concurridas calles, el abrumador tráfico vehicular, sobre todo el primer día, en el que creí que iba a ser absorbida por la vorágine a mi alrededor y que no podría encontrar el camino de regreso a mi hotel…

Bastante exagerado de mi parte debo decir, porque naturalmente no fue así jajaja. Pero cuando te sientes perdida, agotada y agobiada en tu primer día en algún lugar desconocido, sobre todo cuando viajas sola, pueden surgir ese tipo de pensamientos catastróficos, pero al mismo tiempo, surgen esos instintos viajeros de supervivencia, con los que siempre encuentras el camino a seguir. Y con un poco de descanso y comida, los siguientes días ya empiezas a fluir mejor en esa nueva y desconocida realidad, hasta llegar a moverte como pez en el agua! … al menos eso es lo que me sucede regularmente en mis viajes.

Es por eso que siempre me doy unos 2 o 3 días como mínimo en un lugar, para tener el tiempo suficiente de poder adaptarme y disfrutar a mi ritmo y a mi tiempo cada sitio, como se merece y como me lo merezco también.
Gracias a su gran extensión, tuve la oportunidad de recorrer varias zonas de la capital jordana, donde pude evidenciar de que realmente es un destino fascinante por su diversidad y contraste cultural entre lo antiguo y contemporáneo, tanto para los aficionados a la historia como a las ricas experiencias culturales y amantes de la gastronomía.
Es un lugar donde lo antiguo se encuentra con lo moderno, donde Oriente se encuentra con Occidente y donde la tradición se encuentra con la innovación.

Caminar por el corazón comercial de la ciudad, fue seductor, edificios ultramodernos, hoteles, restaurantes, teatros, numerosas galerías de arte y boutiques con una floreciente industria de la moda, es toda una experiencia, pero, al mismo tiempo ver que todo eso, se codea cómodamente con cafeterías tradicionales y pequeños talleres de artesanos, es aún más atrayente.
Los barrios de Ammán son diversos y varían en contexto cultural e histórico, desde el bullicio de los mercados del centro, hasta las galerías de arte de Jabal Al Lweibdeh y el moderno distrito comercial de Abdali.

Algo que captó mi atención fue escuchar que Ammán es conocida como la «Ciudad Blanca», debido a la piedra caliza blanca de la que están hechos muchos de los edificios de la ciudad. Y según lo me comentaron algunos locales, la piedra caliza siempre se ha considerado seña de su identidad, utilizada ampliamente en la construcción por ser uno de los recursos naturales del país.

Considerada una de las ciudades de más rápido crecimiento de la región, la capital de Jordania, se esfuerza por encontrar su lugar en el mundo moderno, al mismo tiempo que se aferra a su patrimonio y su cultura, polaridad que se refleja en su arquitectura muy diversificada en escala y estilo, que oscila entre la modernidad y la tradición, entre lo estéticamente agradable y lo visualmente exótico o extraño.

Ammán y todo Jordania, no es solo conocida por sus emblemáticos yacimientos arqueológicos y su riqueza arquitectónica, sino también por su deliciosa gastronomía. Su cocina local es muy variada y exótica, aunque los ingredientes sean regulados por las normas del Islam, al tratarse de un país Musulmán, fusiona sabores y técnicas culinarias de Oriente Medio y del Mediterráneo.

Algunos de los platos más populares son el Mansaf, a base de cordero, salsa de yogurt y arroz (considerado el plato nacional de Jordania) el Makluba o «Volteado», a base de cordero, arroz, vegetales y especias (se cocina en una olla y se voltea al servir), el delicioso Pan pita o pan árabe que envuelve un Shawarma o un Kebab, el Hummus a base de garbanzos y el Mutabbal o Baba Ganoush que es a base de berenjenas o el famoso Falafel a base de garbanzos, habas, verduras frescas y especias, uno de los pocos platos que pude probar en su versión original, vegetariano/vegano. Todos los demás antes nombrados, tuve que buscarlos o solicitarlos en su versión vegetariana para poder degustarlos también.
El Kanafeh, un postre popular en los países árabes a base de queso, masa crujiente, jarabe dulce y cubierto con pistacho triturado… mis ojos literalmente salieron de sus órbitas al morder por primera vez una rebanada fresca, fue tan bueno!! ..sobre todo los de «Habiba Sweets» en el centro de Ammán… para este sensible paladar, fue una increíble explosión de sabores en mi boca, incomparable sensación. Comer en Jordania, fue sin duda, una de las mejores experiencias culinarias que tuve y que más disfruté.

Por otro lado, gracias a su proximidad a zonas de conflicto en Oriente Próximo, Ammán se ha convertido en refugio de refugiados. Se calcula que alrededor de un tercio de la población de la ciudad está formada por refugiados, dato que no fue difícil de verificar durante todo mi recorrido por Ammán. La diversidad cultural es evidente, fascinante para un espíritu como el mío, explorador de nuevas culturas y curiosidad por lo desconocido. Gente muy hospitalaria y generosa, como en todo el Medio Oriente, curiosa de los extranjeros que los visitan.

Mi recorrido por Ammán fue una verdadera experiencia de contrastes, cultura, historia, arte y gastronomía que no podré olvidar. Me llevo en el corazón la profunda y sincera conexión en todos los sentidos, con este maravilloso lugar… Ammán, qué placer y dicha haber recorrido tus calles y disfrutado de tu auténtica belleza 😌✨..
Gracias por tu cálida bienvenida y hospitalidad, espero regresar muy pronto!

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